Si la vida te da limones, aprende a hacer limonada……..¿¿¿Cuántos años y cuántas cosas han tenido que pasarme para ver el gran valor de esta frase, que además no sé ni de quién es???
Recuerdo como si fuera hoy, mis primeros años de enfermedad, y lo enfadada y malhumorada que estaba con el mundo, naturalmente este mal humor recaía en mi familia, sobre todo en mi madre que era la que siempre estaba conmigo (mi padre era uno de tantos emigrantes en Alemania).
Mi madre era la persona más optimista y simpática que os podáis imaginar, pues bien, esa forma suya de ser me sentaba fatal, yo no la entendía. ¿Cómo podía estar siempre tan animada y feliz? ¿No se daba cuenta de mi situación y de lo mal que me encontraba?
Ahora comprendo cual era su verdadera intención, ella sólo quería transmitirme esa alegría y normalizar mi situación, que yo no la viviera como un drama. ¡Qué injusta y dura fui con ella!
En sus intentos para animarme, recuerdo que me compraba muchos libros y uno de ellos era la historia de una niña muy desafortunada pero que jugaba a darle la vuelta a todo y ver la parte positiva, el libro se llamaba POLLYANNA.
No os podéis imaginar lo mal que me sentó, ¿Qué creía mi madre? ¡Yo no podía ser tan tonta como esa niña! ¿Qué había de bueno o positivo en estar enferma en cama?
Pues bien, tengo que deciros que mi madre tenia razón, no, no hay nada de bueno en estar enferma, pero aquella situación hizo de mi la persona que soy ahora, aprendí habilidades y pautas que si mi situación hubiese sido de otra forma jamás habría descubierto. Desde niña descubrí el gusto por la lectura, con los libros podemos viajar, soñar y vivir aventuras a través de los personajes, y no necesitamos movernos de nuestra casa, con la lectura he podido llenar tantos años vacíos de actividad física.
Y ya en mi época de adulta, cuando tuve que dejar de trabajar definitivamente, no diré que me resulto fácil, no, cogí una gran depresión, y tuve que empezar de nuevo y desarrollar otra vez esas habilidades olvidadas de cuando era niña.
Los primeros años sin trabajar fueron muy duros y no quería ni asumirlo y mucho menos aceptarlo, pero así es la vida, y poco a poco, comencé a entender la frase con la que he empezado este post.
Sí, ¿por qué no ver que esto también tiene cosas buenas? Al no poder trabajar, empecé ha hacer viajes, que es algo que quizás no hubiese podido hacer hasta la vejez, también empecé a pintar y es una actividad que me encanta, sobre todo no por las obras que pinto sino por las compañeras y amigas que allí hice y que forman parte de mi vida, otra actividad es la informática, con la cual estoy aquí comunicándome con todos vosotros y por último y más importante, la Artritis me llevo a formar parte de la asociación AMARE de la cual soy secretaria.
Formar parte de una asociación es una cosa que recomiendo a todos, allí nunca te sentirás solo, estarás con personas que te comprenden, que sin tener que decirles nada saben como te encuentras.
Ya he aprendido a hacer limonada…..Y todos estos buenos jugos que saque de los limones que me dio la vida, se los debo todos a mi madre, gracias mamá, gracias por ser como eras, por no tirar nunca la toalla de la ilusión, por tu eterna sonrisa, por quererme tanto y hacer de mi la persona que soy, y aunque nunca estaré a tu altura (tu eres insuperable) lo intentare con todas mis fuerzas.
A la memoria de la mejor y más simpática madre del mundo.
Encarni Duran.